La mantequilla o manteca como se le conoce en muchos países es uno de los ingredientes habituales en la elaboración de todo tipo de postres.
Su sabor y textura la hacen ideal para consumirse diariamente acompañando un pan, un sándwich o incluso sustituyendo en algunos países al aceite de cocina…Todo esto con evidentes consecuencias en nuestro peso.
El gran peligro de la manteca es la cantidad de grasas trans que aporta a nuestro cuerpo y que en muchas ocasiones van directo a nuestras arterias provocando el principio de lo que años después se conoce como problemas cardiovasculares.
¿La palabra “trans” suena peligrosa no? Pues en resumen te puedo decir que se trata de ácidos grasos insaturados consecuencia del proceso de industrialización de los alimentos, principalmente aquellos que fueron hidrogenados. Traducción: son pequeñas bombas de grasa dañina.
Al consumir la mantequilla ingerimos grasas que producen colesterol malo (el que en exceso hace que tus arterias se reduzcan y disminuye el flujo sanguíneo a tu corazón) y puede reducir la producción del colesterol bueno (el que mantiene limpias esas arterias).
Es decir, es un enemigo doble porque no solo produce males, sino que también reduce las defensas naturales del cuerpo.
A pesar de que la mantequilla es una gran fuente de vitaminas, proteínas y minerales también tiene un gran contenido en calorías: 750 por cada barra de 100 gramos.
Como verás ese pequeño antojito puede tener grandes consecuencias en tu figura y su consumo diario y en exceso puede provocarte serios problemas cardiovasculares.
Una posible alternativa es la margarina, que contiene menos calorías y puedes consumirla siempre y cuando esté elaborada a partir de aceite vegetales (en la etiqueta debe estar en el primer lugar de la lista de ingredientes).
Aunque tampoco abuses, la margarina pasa por casi el mismo procedimiento de elaboración que la manteca. Por eso también debes de cuidar su consumo y no abusar.
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