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GRIPE A FARSA “ACUSACIONES” MUY SERIAS

GRIPE A: LA GRAN FARSA CONTINÚA

La verdad es que hubiera preferido dedicar este editorial a otros asuntos que también son de actualidad pero hace apenas unos días –el 16 de noviembre- comenzó a vacunarse a más de un millón de españoles que, convencidos de lo que las autoridades sanitarias cuentan a través de los medios de comunicación de masas, han decidido introducir en su cuerpo partículas de virus inactivados y sustancias denunciadas  como neurotóxicas y cancerígenas en el convencimiento de que eso les protegerá -sin que haya otras consecuencias negativas- de una posible infección por el virus A-N1H1, presunto responsable de la gripe A. La mayor parte de ellos, desgraciadamente, lo hará sin tener conocimiento de lo que en esta revista –y en cada vez más medios independientes del mundo, especialmente en Internet- hemos publicado sobre la vacunación en general y sobre las vacunas de la gripe A en particular. Serán por ello víctimas inocentes de la gran farsa pergeñada por una sarta de delincuentes sin escrúpulos. Sin embargo sí conocen la verdad las autoridades sanitarias, la mayoría de los médicos y todos los grandes medios de comunicación que han colaborado activamente en ello o, cuando menos, se han prestado a hacerlo sin oposición, bien para proteger sus intereses económicos, bien por pura cobardía. Allá ellos con su conciencia. Nosotros vamos a seguir los dictados de la nuestra y de ahí que por enésima vez denunciemos que ninguna de las vacunas que se comercializan para prevenir la gripe A lo logra. Las vacunas de la gripe A no previenen la infección del virus A-N1H1. Como las vacunas de la gripe común no previenen el contagio de la gripe común. Se trata de una completa y absoluta falsedad. E igualmente es falso que se haya demostrado que sean inocuas, es decir, carentes de riesgos. Todo ministro de Sanidad que dice eso miente. Y lo hace a sabiendas de que miente. De hecho nosotros aseguramos que muchas –muchísimas- de las personas que se vacunen contra la gripe A la contraerán. Y lo mismo cabe decir de los que se vacunen contra la gripe común. Es más, habrá muchos más infectados, en proporción, que entre los no vacunados. “Pues yo me he vacunado contra la gripe común los últimos tres años y gracias a ello no me he contagiado”, afirman algunos. Y a nosotros nos gustaría preguntarles a quienes afirman algo así en qué se basan para “creer” que no se han contagiado gracias a la vacuna. Porque lo cierto es que la mayoría de la población no se vacuna contra ella y tampoco la contrae. Eso depende sólo del estado de nuestro sistema inmune. Alguien con las defensas altas no va a contraer nunca una gripe. Ni la gripe común ni la gripe A. Alguien con las defensas bajas sí la contraerá. Aunque se haya vacunado. Y es que la creencia de que las vacunas funcionan, que tienen carácter preventivo, NO HA SIDO CIENTÍFICAMENTE DEMOSTRADO JAMÁS. Y lo singular es que hay ya numerosísimos artículos científicos y libros que lo denuncian. En detalle. Con datos constatados. Luego, ¿por qué se sigue creyendo en ellas? Pues porque hoy casi nadie lee ya libros técnicos o complejos. Ni siquiera las autoridades sanitarias o los médicos. ¡Y para qué hablar ya de los periodistas! Éstos se han convertido en meros transmisores de lo que les dicen “los que saben” sin entender que en realidad éstos tampoco saben. O sí saben… pero mienten porque forman parte de quienes viven del negocio de la enfermedad. Volvemos a insistir: las vacunas no previenen enfermedades. Ninguna ha demostrado jamás eso. En cambio sí pueden provocarlas. Las mismas para las que se supone inmunizan. Y otras muchas. Tanto por la sinergia de los distintos virus que a veces se agregan a ellas –está demostrado que virus que en solitario no son peligrosos al unirse entre sí resultan hasta letales- como por las sustancias que se usan como adyuvantes –unas de carácter preservativo y antiinfeccioso, otras como “potenciadoras” de la reacción del sistema inmune, pero todas con efectos secundarios graves a corto, medio o largo plazo-. Un problema del que sólo se es consciente cuando la reacción es inmediata –y entonces se niega que la causa sea la vacuna o, en su defecto, se asegura que debió tratarse de una partida en mal estado lo que suele ser mentira- porque en la mayor parte de los casos los efectos se manifiestan con el tiempo. Hay tanta información publicada sobre ello –aunque nadie la lea- que ya causa náuseas escuchar tantas falsedades. Haga usted pues lo que quiera. Nosotros ya hemos cumplido informándole.

José Antonio Campoy
Director