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La mayoría de los proyectos relacionados con el WiFi suelen adoptar una posición activa, ya sea tratando de descubrir su contraseña, atacando al router de algún modo, o buscando intervenir los dispositivos conectados. Sin embargo, un equipo de investigadores de las universidades de Chicago y California (Santa Bárbara) presentó un estudio que explora el uso pasivo del WiFi para calcular nuestras acciones dentro de una propiedad. En otras palabras, WiFi como sensor de movimiento.

 

 
Estamos rodeados de señales WiFi. Plazas, oficinas, medios de transporte, centros comerciales y nuestros propios hogares se encuentran inundados de routers y puntos de acceso que compiten por un pequeño «espacio» en cada canal. En el pasado hemos explorado conceptos básicos de seguridad como el cambio de la contraseña, o ataques que podrían comprometer su integridad, pero hoy veremos al WiFi desde una posición diferente, ya que arrastra el potencial de afectar otro tipo de seguridad: La nuestra.

 

 

n grupo de investigadores de las universidades de Chicago y California (Santa Bárbara) exploró la posibilidad de usar redes WiFi como sensores de movimiento, y calcular la posición aproximada de una persona dentro de una habitación. La idea de utilizar al WiFi para «ver detrás de las paredes» no es precisamente nueva que digamos, pero esta técnica llama la atención por su aparente sencillez.

El atacante de turno no necesita intervenir routers o smartphones, sino estudiar de cerca las señales ambientales de los dispositivos ya conectados, y medir sus variables. Por ejemplo, si alguien camina cerca de un punto de acceso, lo que hace es interferir levemente la propagación de su señal. Con el uso de receptores (sniffers), dicha interferencia podría ser registrada, y a esto se suma el detalle de que la mayoría de los materiales de construcción no bloquean la propagación de señales WiFi.

neoteo

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