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Follamigos: ¿Qué piensan los menducos de la amistad con "derecho a roce"?

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Hombres y mujeres ahora tienen la confianza para animarse e invitar a un amig@ a ir "un poquito más allá".
Tener un/a "amig@ con beneficios" es una tendencia que crece, y ya son muchos los mendocinos y mendocinas que se jactan de experimentarla. ¿Existen? ¿Se puede llevar una relación de este tipo? ¿Cómo hacer? Entrá, enterate y opiná. Queremos saber lo que tenés para decir al respecto.

“Nosotros en España les decimos follamigos, y me parece algo práctico y saludable: dos personas solteras, sin compromisos (tal vez porque no lo quieren o quizás porque no lo encuentran) tienen apetencias sexuales como todo hijo de vecino, y la verdad es que es mucho mejor acostarse juntas antes que hacerlo con desconocid@s”, comenta un ibérico joven.

 

“Hay confianza, cariño, respeto, y sin dudarlo –por lo menos en mi caso- tener sexo con una amiga del alma es mucho más lindo que hacerlo con una “nn” por la cual no siento nada”, finaliza.

Sí. Esto de los "amigos con beneficios" se ha puesto muy de moda últimamente. Las relaciones en el siglo XXI son más complejas, el nivel de compromiso se ha relativizado… y no se puede negar que la idea es ardiente, excitante.
 
Los que dicen que no

Luego de un sondeo preliminar, las primeras opiniones sobre el tema fueron pacatas y arrojaron comentarios negativos.

Otros se rieron de la cuestión, pero no por decentes y conservadores, sino porque les parece una mentira total.

Algunos piensan que etiquetando, poniéndole este título con onda a una situación confusa, hot y complicada se clarifican los límites… otros, en cambio, aseguran que esta expresión le da entidad a una falacia: si sos amigo, sos amigo. Si hay sexo es otra cosa.

 

También están los que se hacen llamar realistas y dicen que “hay que ser honestos: no es que eras amigo, y de golpe todo cambio. ¡La verdad es que nunca quisiste ser amig@ y siempre te l@ quisiste dar vuelta!”.

“Vos podés tener un huesito, un sex toy. Ese que llamás cuando estás sol@, o cuando necesitás un service –y que seguramente es algunos añitos más joven-... pero no es tu amigo, eso está clarísimo”, opinó una coleccionista de púberes. 

Generalmente, los que sostienen estas teorías son los amantes de refranes y frases célebres, tales como “la amistad entre el hombre y la mujer no existe”, “una cosa es una cosa, y otra cosa es otra cosa”, “donde se c… no se come”, etc. Aseguran que en el momento en que la intimidad sexual se produce, la relación de amistad muere, y no hay vuelta atrás.

Los que dicen que sí

Sin embargo, hace mucho un entrañable grupo de amigas llegó a la conclusión de que sí se puede (y además está buenísimo) tener “amigos con beneficios”. Acto seguido, entre todas elaboraron una especie de “manual” para que quien tiene la suerte (¿o la desgracia?) de vivir una situación de este tipo, la disfrute a pleno y no se complique. Se trata en realidad de una especie de máximas, axiomas o postulados –algunos obvios, otros no tanto-:

Primero. Es un pacto de dos. Si existe un precepto esencial en la cuestión es este: ambos deben hablar el mismo lenguaje. Cuando se trata de pasarla bien con un amigo con derecho a roce, no se pide nada a cambio. Por eso para que funcione los dos deben estar seguros de que quieren lo mismo: cero compromiso, nada de planteos. Sólo un buen rato.

Segundo. “Only sex”. Sexo divertido y nada más. La luz roja de alerta máxima debe encenderse, y las sirenas ensordecedoras deben aullar cuando encontramos un atisbo de embrollo emocional.

En esto, y no se trata de una afirmación sexista, las mujeres llevan las de perder biológicamente hablando: las chicas luego del sexo liberan una hormona llamada oxitocina, que se relaciona con la ternura. Al varón en cambio lo domina la testosterona, que es totalmente opuesta y está emparentada netamente con el deseo.

La situación gráfica lo define por sí sola: después de una noche salvaje, ellos asumen dos posturas: agotamiento y satisfacción (“¡Qué bueno tener una amiga así!”) o ganas de una segunda vuelta. Las amigas, en cambio, es muy difícil que no se queden esperando una post-dosis de mimitos y caricias. ¡Ojo al piojo! ¡No es tu pareja, nena!

Tercero. Todo tiene un final, todo termina. “Si tenés un amigo con derecho a roce, tenés que saber que en alguna parte de la cabeza tiene grabada la fecha de vencimiento. Y es como un rico queso o un enlatado: si te lo seguís comiendo, terminás mal… hace mal a la salud”, dice una que jura tener conocimiento de causa.

Es fundamental saber que estas historietas tienen fecha de caducidad. Si es breve pero intenso, te matás de risa cuando lo recordás y, con el tiempo, lo podés repetir. Si no… ¡Te enamorás! El sexo y la joda se convierten en amor, eso seguro. 

Cuarto. Si alguno rompe el acuerdo, se acabó lo que se daba. El riesgo más grande, el que todas las reglas tratan de evitar, es el del enamoramiento. Pueden pasar dos cosas:

Si vos querés algo más, pero el/la otr@ no; no hay que vueltear. Hay que terminar el jueguito. Seguir adelante sólo te va a causar más daño. Y sino… a jugársela: caíste, te enamoraste, entonces confesalo… y preparate para la respuesta, sea cual fuere.
 
Si el/ella quiere algo más, pero vos no; hay que ser sincer@, honest@. No te pasa nada, no l@ ves como pareja, se terminó la cuestión.

Tu opinión

Esta columna es un simple puntapié inicial. Queremos tu opinión. Queremos tu historia. Vos, lector… ¿Qué tenés para decir sobre el tema?

 

 

 

 

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