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Nadie habla mal de los políticos Argentinos ellos solos hablan por si, por su inoperancia inescrupulosidad ,corrupción y descaso de la cosa publica

 

¡¡¡¡¡¡LOS INMORALES!!!!!

 

 

“La Década Infame”
Norberto Galasso
Cuadernos para la Otra Historia

 

El Tratado Roca - Runciman

El mecanismo de relojería montado por la oligarquía y el imperialismo británico, en las últimas décadas del siglo pasado, ha sido desajustado por la crisis económica desatada en 1929. Gran Bretaña importa ahora menos carne y parece optar por privilegiar a sus colonias (Nueva Zelanda y Australia) respecto a la semicolonia argentina. El funcionamiento de “la granja” ha sido perturbado, asimismo, por la intromisión de los intereses yanquis, a través del gobierno de Uriburu. (Por ejemplo, esas cooperativas cerealeras que han construido silos, con terminal en Rosario, permitiendo a los chacareros la defensa de sus precios). La escasez de divisas ha obligado a la Argentina, además, a recurrir al control de cambios.

Resulta, pues, necesario - para los estancieros nativos y el capital inglés - la adopción de medidas urgentes para restablecer la vieja y cariñosa relación entre “el taller” y “la granja”..

No han transcurrido dos meses de la asunción de Justo, cuando el gobierno deja sin efecto la garantía otorgado a la Corporación de Fomento Rural, dueña de los elevadores de granos recién montados, colocándola al borde de la quiebra. Poco después, el Congreso declara de utilidad pública esos elevadores, de manera tal que los consorcios exportadores recuperan su tradicional capacidad de imponer precios, expoliando a los chacareros.

Asimismo, se designa una misión para negociar en Londres el reajuste del comercio exterior, de manera que el nivel de exportaciones argentinos no se vea perturbado por la competencia australiana o neocelandesa. Esta misión parte en enero de 1933, presidida por el vicepresidente “Julito” Roca. Lo acompañan, entre otros, como representantes “argentinos”, Guillermo Leguizamón, director de una de las empresas ferroviarias ingleses que operan en la Argentina, Miguel Angel Cárcano, diputado conservador de fluida relación con el Imperio y yerno de Otto Bemberg, el magnate cervecero y Raúl Prebisch, ex gerente de la Sociedad Rural. “Eran caballeros amigos de Inglaterra- comenta José María Rosa-y no ahorraron demostraciones de

anglicanismo: La Argentina se parece a un importante dominio británico,

declaró Leguizamón, antes de presentarse en Londres”

El 10 de febrero de 1933, en el banquete ofrecido a la misión “argentina” en el Club Argentino de Londres, el Príncipe de Gales afirma: “ Es exacto decir que el porvenir de la Nación Argentina depende de la carne. Ahora bien, el porvenir de la carne argentina depende quizás enteramente de los mercados del Reino Unido”2. El Dr. Roca contesta: “La geografía política no siempre logra, en nuestros tiempos, imponer sus límites territoriales a la actividad económica de las naciones. El juego encontrado de las necesidades o conveniencias regionales borra o remueve las fronteras. Así ha podido decir un publicista, sin herir su celosa personalidad, que la República Argentina, por su interdependencia recíproca, es, desde el punto de vista económico, parte integrante del Imperio Británico”3. En esos mismos días, William Burton, en “The Espectador”, sostiene: “En materia económica, la Argentina hace tiempo que es prácticamente una colonia británica” y en el Parlamento inglés, Sir Arthur M Samuel afirma: “La mejor solución de los problemas ...es que la Argentina se convierta en declarado miembro del Imperio Británico”4.

No pueden sorprender, entonces, los términos de la negociación del tratado Roca- Runciman, firmado el 1ro de mayo: se legitima que los frigoríficos angloyanquis controlen el 85 % de las exportaciones de carne, reservándose la Argentina sólo el 15% pero para frigoríficos que no persigan propósitos de lucro, se asegura la libre importación de carbón y de otras manufacturas inglesas a la Argentina, así como “el trato benévolo a las inversiones británicas” y se pacta un empréstito de desbloqueo por 13millones de libras esterlinas, pero del cual Argentina recibirá solo 3.500.000 libras, pues el resto (el 73%) se destina a compensar utilidades de las empresas inglesas en la Argentina, que aún no pudieron ser remitidas por escasez de divisas. Varios indicios otorgan veracidad, además, a la denuncia de que el pacto incluyó acuerdos secretos conviniéndose, además, la creación de un Banco Central mixto, así como la Coordinación de Transporte de la ciudad de buenos Aires, ambos proyectos en beneficio del Imperio. Raúl Scalabrini Ortiz comenta: “Con obligaciones concretas, minuciosas, que sólo podrían haber sido aceptadas bajo el imperio de las armas, Inglaterra se burlaba, una vez más, de la soberanía argentina”5.

El tratado recompone la relación comercial entre Gran Bretaña y su semicolonia, recuperando no sólo alimentación barata para los consumidores británicos, sino fructíferos negocios para los frigoríficos anglo-yanquis y un grupo reducido de ganaderos invernadores que reciben precios preferenciales. El enfrentamiento de estos últimos con los ganaderos criadores se pondrá de relieve, tanto en la crítica de los hermanos Irazusta (“Argentina y el imperialismo inglés”) como en el debate del Senado producido a mediados de 1935. Allí, Lisandro De la Torre afirma: “El gobierno inglés le dice al gobierno argentino: le permito que fomente la organización de frigoríficos cooperativos y no de compañías que hagan competencia a los frigoríficos extranjeros

estas condiciones, no podría decirse que la Argentina se haya convertido en un dominio británico, porque Inglaterra no se toma la libertad de imponer, a los dominios, semejantes humillaciones. Los dominios tienen su cuota y la administran ellos.... Pero la Argentina no podrá administrar su cuota... Inglaterra respeta a las comunidades de personalidad internacional restringida que forman parte de su Imperio, más que al gobierno argentino. No sé si después de esto podremos seguir cantando: ¡Al Gran Pueblo Argentino, ¡Salud!”6.

“Si aquí ni Dios rescata lo perdido… Vale Jesús lo mismo que un

ladrón..”

Este escandaloso convenio es una de las tantas expresiones de esa época de entrega y humillación. El huracán de la crisis ha arrasado con los mitos de la Gran Argentina y el rostro siniestro de la condición semicolonial asoma en todas partes. Los desocupados de ropas raídas hacen cola en “la olla popular”, los rufianes controlan la calle Corrientes mientras sus pupilas levantan clientes a $2.- la tarifa y los asaltos resultan noticia insoslayable en la primera plana de los diarios. La tuberculosis muerde los pulmones de los argentinos mal alimentados, hacinados en las villas Desocupación. Las calles de la gran Capital del Sud se inundan de pordioseros y vendedores ambulantes de los más increíbles objetos. El índice de suicidios alcanza cifras estremecedoras: casi dos suicidios por día, en Buenos Aires, para el año 1932. “Cachá el bufoso y chau...Vamo a dormir”, afirma un juglar de la calle, que poco tiempo atrás había conmovido a sus compatriotas con el tango “Yira, Yira...”: se llama Enrique Santos Discépolo.

 

Cuadernos para la Otra Historia

Centro Cultural “Enrique S. Discépolo”

Buenos Aires, Argentinawww.discepolo.org.ar

web@discepolo.org.ar

 

 

“La Década Infame”
Norberto Galasso
Cuadernos para la Otra Historia

Tag(s) : #historia Argentina